Conformismo y disidencia en torno a la etiqueta "Música Celta"
El término «Música Celta» parece revivir en Asturies después de mucho tiempo siendo rechazado bajo la presión grupal. Volver a usarlo hoy se puede considerar un acto de disidencia frente al conformismo social.
Bajo el título “El celtismu musical asturianu”, la Fundación Belenos organizó en 2019 su XX Seminariu d’Estudios Asturianos. En esas fechas nuestra banda, Guieldu, estaba todavía en proceso de creación pero teníamos claro que lo nuestro sería, sin ambages, Música Celta. Para entonces hacía más de una década que esa etiqueta, “Música Celta”, había desaparecido prácticamente de la escena musical asturiana.
Al pasar el folk y la música tradicional de ser unas músicas transmitidas oralmente, aprendidas de oído en una cocina del pueblo o local de ensayo y compartidas en contextos informales, a ser estudiadas en escuelas de música y conservatorios, hubo un lógico proceso de formalización que buscó legitimarlas dentro de los cánones académicos. Un proceso, sin duda necesario y beneficioso, que llevó a la revalorización de la música popular, una culturización que también trajo ciertas implicaciones como el rechazo hacia términos que comenzaron a considerarse “poco serios”, ese podría ser el caso de “Música Celta”, no desde un análisis profundo, sino simplemente considerando que era una etiqueta demasiado superficial, simplona y desfasada.
Estas posturas fueron volviéndose dominantes en ciertos ámbitos y se fue haciendo habitual encontrar personas que antes usaban con naturalidad el término Música Celta y un tiempo después lo evitaban, más por temor al rechazo de esos círculos sociales que la criticaban (incluso ridiculizaban) que por una convicción real.
Un fenómeno que no deja de reflejar una evidente señalización dentro de una escena musical donde la identidad y el reconocimiento son clave. Así, evitar la expresión “Música Celta” pasó a ser uno de los gestos para alinearse con lo “correcto” y no parecer ignorante dentro de una presión por encajar y ser admitido.



Identidad, pertenencia y presión social
Cuando se deja de usar la etiqueta “Musica Celta” por presión de un círculo social se está ajustando la identidad propia para mantener un lugar dentro de esa comunidad que la critica. Esto se explica muy bien con la teoría de Tajfel y Turner: parte de la autoestima personal proviene de los grupos a los que se pertenece.
Y es que las personas disidentes que siguen defendiendo la etiqueta “música celta” frente al conformismo social que asume el rechazo no lo tienen fácil y terminan muy a menudo relegados a la exclusión y al ostracismo por desafiar y poner en cuestión la validez de las reglas.
Usar “música celta” hoy: un acto de disidencia
Así las cosas, quienes siguen y seguimos usando la etiqueta Música Celta, especialmente en regiones como Galicia o Asturias, donde la polémica es más evidente, desafiamos ese conformismo cultural. Este acto genera reacciones intensas: el evidente rechazo de quienes dictan y siguen la regla, pero también los apoyos de quienes comparten esa visión, incluso aunque no se atrevan a expresarla.
Afortunadamente estamos viendo que las cosas están cambiando. Artistas como Carlos Núñez o bandas como Luar na Lubre nunca se apearon del celtismo musical, pero también vemos grandes figuras como Hevia, que vuelven a reivindicarlo con fuerza y sin complejos. Otro buen ejemplo es Héctor Braga, que no duda en etiquetar su nuevo disco “Rabil” como Música Celta siendo, además, profesor de conservatorio y doctor en etnomusicología.
Afortunadamente la etiqueta “Música Celta” que parecía estar muerta y bien enterrada, contra todo pronóstico está levantando cabeza. La disidencia enfrenta riesgos pero también recompensas y en Guieldu estamos orgullosos de defenderla y de que la Música Celta forme parte de nuestro ADN.